La evangelización impulsada en la Araucanía fue un proceso amplio que apuntaba a acercar a la religiosidad a todo el espectro de la población tanto mapuche como no mapuche, dentro del que también comprendía a la mujer indígena, la que poseía un espacio privilegiado dentro de la familia ya que al ser evangelizada, esta podría transmitir a sus hijos los fundamentos del cristianismo. Es por ello que se consideró como importante dirigir, también, la evangelización a este genero, lo cual se realizaba a través de la educación por medios de escuelas misionales, dentro de las que existían algunas destinadas para la educación femenina principalmente de las hijas de colonos, escuelas que tenían un espacio destinado para las mujeres mapuches.Si bien, estas escuelas no eran muchas, por no ser prioridad la educación de la mujer, con el correr de los años fueron aumentando en número abriendo cada vez más las posibilidades de acceso a la educación.De este modo, ciudades como Angol, Victoria, Lautaro, Temuco, entre otras poseían este tipo de establecimientos, los cuales estaban a cargo de diferentes congregaciones religiosas.
La finalidad de educar a las mujeres tanto colonas como indígenas fue prepararlas para que se desenvuelvan correctamente dentro del mundo civilizado, fortaleciendo sus valores y la moral a través del aprendizaje de las bases que sostienen la fe cristiana. Bajo estos criterios las mujeres colonas fueron educadas para que sean buenas dueñas de casa, esposas instruidas y con moralidad intachable. Por su parte las mujeres indígenas eran enseñadas a ser buenas amas de casa, sirvientas honestas y virtuosas, además de ser buenas esposas y madres capaces de inculcar el catolicismo a sus hijos.